Lesión de Rodilla

Las más habituales son las siguientes:

Esguince: uno o varios ligamentos han sufrido un estiramiento excesivo debido a un retorcimiento o una tracción; es posible que el ligamento esté desgarrado o roto.

Distensión: un tendón o un músculo han sufrido un estiramiento excesivo.
Daño en el cartílago de la rodilla: el cartílago es un disco con forma de media luna llamado menisco y actúa como "amortiguador" de la rodilla.
Desgaste por uso excesivo: suele aparecer en las personas practican el ejercicio de correr.

Lesiones de los ligamentos de la rodilla
Los ligamentos conectan los huesos entre sí. Los ligamentos exteriores de la rodilla, llamados "ligamento lateral interno " y "ligamento lateral externo", son los que aportan estabilidad a la rodilla y limitan los movimientos laterales.

• El ligamento lateral interno se encuentra en la cara interna de la rodilla y se tensa al estirar la pierna. Es un ligamento fuerte, pero puede sufrir un esguince o romperse por completo (desgarrarse) si se retuerce la pierna cuando está estirada y, al mismo tiempo, recibe un golpe lateral, como ocurre durante los placajes jugando al rugby o cuando en el fútbol el pie queda fijo en el suelo y la rodilla gira. 

• El ligamento lateral externo es parecido a un cordón fino y fuerte que se encuentra en la cara exterior de la rodilla y conecta la parte inferior del fémur con la parte superior del peroné (uno de los huesos de la parte inferior de la pierna). Son raras las lesiones de este ligamento por sí solo, pero puede ser necesario repararlo si se tienen dañados otros ligamentos.

Las lesiones de los ligamentos laterales interno y externo pueden clasificarse del modo siguiente:

Grado 1: esguince sin desgarro del ligamento.
Grado 2: desgarro parcial del ligamento.
Grado 3: desgarro total del ligamento.

Los ligamentos interiores de la rodilla se llaman "ligamento cruzado anterior" y "ligamento cruzado posterior". "Cruzado" significa en forma de cruz: el ligamento cruzado anterior cruza por delante del ligamento cruzado posterior. Estos ligamentos aportan estabilidad a la rodilla cuando ésta adopta distintas posiciones, en especial en los movimientos hacia adelante y hacia atrás de la articulación de la rodilla.

Otras lesiones de los tejidos blandos

Los demás tejidos blandos que rodean la rodilla también pueden lesionarse. Por "tejido blando" se entiende cualquier tejido del cuerpo, distinto del hueso.


Si se practica un deporte que conlleva retorcer el muslo mientras se tiene el pie apoyado en el suelo, el cartílago de la rodilla puede sufrir un desgarro. Con la edad, el cartílago se desgasta (se degenera) progresivamente, por lo que es más fácil que se desgarre incluso con una lesión muy leve.

El uso excesivo de la rodilla también puede causar el desgarro del tendón rotuliano, que es el que conecta la rótula con el cuádriceps.

Síntomas de las lesiones de rodilla

Los síntomas de la mayoría de las lesiones de los ligamentos son similares, independientemente de cuál sea el ligamento dañado. Entre otros, pueden observarse los siguientes:

• Dolor
• Hinchazón
• Inestabilidad: puede notar que la rodilla cede o que se queda bloqueada.

Al producirse la lesión, podría tener la sensación de que se ha producido un estallido o un chasquido, incluso puede oír un chasquido. Asimismo, es posible que no pueda sostenerse bien sobre la pierna afectada ni apoyar todo su peso sobre ella.

Si se lesiona el cartílago de la rodilla, no notará ningún dolor directo, pero puede que la hinchazón que seguirá a la lesión sí le provoque algo de dolor o molestias. El dolor puede manifestarse tanto en el interior como en el exterior de la articulación de la rodilla (dependiendo de la zona de la rodilla en la que se encuentre el cartílago dañado) y es posible que observe cierta hinchazón.

Si observa alguno de estos síntomas, consulte con su médico de cabecera, un fisioterapeuta o un traumatólogo.

Causas de las lesiones de rodilla

• Si la rodilla recibe un golpe o se mueve más allá de su rango de movimiento habitual, por ejemplo, a raíz de una caída o un mal apoyo.
• Si se practica un deporte que combina carrera, saltos y paradas con cambios bruscos de dirección, como el fútbol.
• Si se sufre un trastorno como artrosis (osteoartritis) o gota, o se padece sobrepeso.
• Si la rodilla sufre un golpe contra el salpicadero del coche en un accidente de tráfico.

Diagnóstico de las lesiones de rodilla

El médico de cabecera, el fisioterapeuta o el traumatólogo le preguntará por los síntomas que presenta y le examinará. Es posible que palpen por encima de la rótula con suavidad, sobre todo si la rodilla no está muy inflamada, para detectar la presencia de líquido en la articulación. El médico de cabecera o el fisioterapeuta le pedirá que describa cómo se hizo la lesión, dónde le duele y qué tipo de dolor siente.

El médico también puede realizar pruebas para saber si están lesionados los ligamentos o los tejidos blandos de la rodilla. Para ello, le pedirá que se tumbe o se siente y le doblará y flexionará la rodilla. También le colocará la pierna en diferentes posiciones. Es posible que puedan pedirle que realice movimientos como subir o bajar escaleras, ponerse en cuclillas o saltar a la pata coja.

El médico en algunos casos puede derivarle a un hospital para que le practiquen otras pruebas, por ejemplo, una RM (resonancia magnética) o una ecografía, y, en algunos casos, una radiografía. Estas pruebas pueden ayudar a diagnosticar lesiones más complicadas o graves.

Tratamiento de las lesiones de rodilla

El tratamiento que recibirá dependerá de la lesión y la gravedad de la misma.

Autotratamiento

Para tratar cualquier tipo de lesión de los tejidos blandos de la rodilla, debe seguir el procedimiento PRICE ( siglas en ingles), cuyas letras corresponden a lo siguiente:

Protección. Proteja la lesión para que no sufra más daños.
Reposo. Deje reposar la rodilla lesionada durante los dos o tres primeros días. Transcurrido este tiempo, reanude los movimientos para no perder demasiada fuerza muscular.

Hielo (Ice, en inglés). Aplique una compresa fría, por ejemplo hielo o una bolsa de guisantes congelados envueltos en una toalla, para reducir la hinchazón y los hematomas. No aplique el hielo directamente sobre la piel, ya que podría provocarle heridas.
Compresión. Comprima la articulación vendándola para un mejor apoyo de la zona lesionada y para reducir la hinchazón.
Elevación. Eleve la rodilla, apoyándola a una altura superior a la del corazón.

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