La
contractura muscular consiste en la contracción persistente e involuntaria de
un músculo.
Aparece esencialmente cuando se exige al músculo un trabajo superior al que puede realizar, ya sea intenso y puntual o mantenido.
Eso mismo ocurre cuando falta potencia a la musculatura y se le exige que realice esfuerzos que exceden su capacidad.
La contractura de un músculo
activa directamente los nervios del dolor que están en él, desencadenando dolor
de espalda. Además, el músculo
contracturado disminuye su riego sanguíneo. En esa situación se forma un
círculo vicioso porque el músculo con menos riego tiende a contracturarse más
fácilmente y, además, la falta de sangre activa más los nervios del dolor.
Si esa situación se
mantiene un período prolongado o se repite con frecuencia, el músculo se
contractura cada vez con mayor facilidad.
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