El poder
terapéutico del agua
El uso de baños fríos y calientes
(balneoterapia) para tratar enfermedades se remonta a comienzos de la
civilización. En siglos recientes, el uso de manantiales termales y agua en
otras formas se popularizó por los primeros practicantes de lo que más tarde se
convertiría en naturopatía. Fuera de estas prácticas, se desarrolló un sistema
formal de medicina conocido como hidropatía. En la actualidad, los baños de
arcilla y los de vapor con frecuencia se incluyen con baños en agua bajo el
nombre general de balneoterapia.
Aguas mineromedicinales
La
balneoterapia utiliza las aguas mineromedicinales como agentes terapéuticos.
Sus propiedades, derivadas de la riqueza de minerales, son absorbidas por la
piel en las aplicaciones externas o por ingestión.
Esta característica es, precisamente, lo
que diferenciaa la balnoterapia de la hidroterapia, ya que esta, en cambio,
utiliza cualquier tipo de agua como agente físico, ya sea por vía tópica o
externa. Aunque también puede utilizarse agua tratada, la opción más frecuente
en spas y centros de estética.
En Europa, por ejemplo, la balneoterapia
cuenta con una gran cantidad de adeptos. Aproximadamente, unos cuarenta
millones de personas frecuentan cada año todo tipo de balnearios. Tanto, que
está incluida en los sistemas de salud pública de numerosos países europeos
Clasificación terapeútica del
agua
La clasificación del agua depende de varias
circunstancias. Entre ellas, las propiedades físicas aportadas por el medio que
la rodea (temperatura) o los tipos y cantidades de sales disueltas en ella
(caudal). Además, el examinarla suele generar siempre nuevas pautas y
posibilidades para una actividad terapéutica. De ahí que el agua pueda ser
considerada globalmente como medicinal.
En los tratamientoa balneoterápicos se opta
por aguas naturales, sin tratar y recogidas al pie de manantial. Es que cuanto
más se conozca sobre un agua, más provecho se puede obtener en su aplicación
terapéutica.
Si bien no existe aún un criterio
unificador para la clasificación terapeútica del agua, se suele categorizarlas
a partir de ciertas características propias que las diferencian entre sí. Las
dos más importantes: temperatura y mineralización.
Temperatura del agua
Teniendo en cuenta la temperatura corporal
de 36,5 - 37 ºC, el agua es considerada:
- Hipertermal: más de 38 ºC.
- Mesotermal: entre 34 y 38 ºC.
- Hipotermal: entre 28 y 34 ºC.
- Fría: menos de 28 ºC.
Estas temperaturas pueden provocar
diferentes reacciones en el organismo. Por ejemplo, las aplicaciones de agua
fría producen vasoconstricción, analgesia, disminución de espasmos musculares e
hiposia tisular. Características que hacen que se la utilice habitualmente como
medida de urgencia, sobre todo en medicina deportiva.
Las aplicaciones de calor, en cambio,
producen dilatación arteriolar y capilar; modificación de la permeabilidad de
la membrana; aumento de diuresis, sudoración, permeabilidad capilar, actividad
enzimática y metabólica y trofismo tisular; efecto antiflogístico y sedante,
analgesia, vasodilatación distal, relajación de la musculatura lisa y estriada,
taquicardia y taquipnea.
Mineralización del agua
Otro criterio con el que se puede
clasificar el agua es su mineralización. Teniendo en cuenta el residuo seco a
180º y 260 ºC:
- Mineralización muy débil: residuo de 100
a 250 mg/l.
- Mineralización débil: residuo de 250 a
500 mg/l.
- Mineralización fuerte: residuo superior a
1.500 mg/l.
- Mineralización marina o hipermarina:
mayor concentración que el agua de mar.
En función del residuo seco,
algunas de las acciones de estas aguas pueden ser:
Producen un arrastre o lavado de vías
urinarias. Tienden a elevar el pH de la orina e incrementar la eliminación
urinaria. Favorecen la filtración renal.
- Aguas hipermineralizadas
Las modificaciones de sus propiedades
físicas las hace muy útiles para la rehabilitación en forma de baño,
especialmente para fortalecer la musculatura. La mayor mineralización reduce el
peso del cuerpo dentro del agua y aumenta la resistencia hidrodinámica.
Estas aguas se clasifican según los iones
predominantes en su contenido: aniónico o catiónico. Respecto a los aniones, se
consideran los de ácidos fuertes (cloruros y sulfatos) y los de ácidos débiles
(bicarbonatos). En cuanto a los cationes, los de sodio, potasio, calcio y
magnesio.
Según la Asociación Alemana
de Balnearios, para que uno de estos componentes se pueda
considerar predominante debe representar más del 20% en la masa iónica total
correspondiente.
En terapéutica, también se utilizan aguas
con elementos mineralizantes que, sin ser predominantes, producen efectos
específicos sobre el organismo. Por ejemplo, las aguas cloruradas sulfatadas,
bicarbonatadas, ferruginosas, sulfuradas, radioactivas, carbogaseosas, etc. O
las aguas débilmente mineralizadas, muy valiosas como diuréticas.
Indicaciones terapéuticas de
la balneoterapia
- Patología dermatológica. Dermatitis
atópica (la balneoterapia es más efectiva en la dermatitis atópica respecto a
la fototerapia). Urticaria crónica, psoriasis, rosácea. Heridas y úlceras
crónicas, cicatrices de quemaduras. Prurito crónico, ictiosis. La dermocosmética
(limpieza, hidratación, filtro solar, envejecimiento de la piel, etc.) es otro
campo donde tienen indicación las aguas mineromedicinales solas o combinadas
con peloides.
- Patología reumática. Artrosis de
cualquier localización. Artritis en fase no aguda: reumatoide, espondilitis,
psoriásica, Reiter, gota. Dolor de partes blandas: tendinitis, neuralgias,
bursitis, contractura muscular, fibromialgia. Hombro doloroso y recuperación de
lesiones y cirugía traumática. Lumbalgia y cervicalgia crónica. Mejora del
dolor y de la capacidad funcional en la espondilitis anquilopoyética respecto al
tratamiento antiinflamatorio.
- Patología otorrinolaringológica y
respiratoria. Procesos crónicos otorrinolaringológicos como rinitis, poliposis
nasal, sinusitis, laringitis, faringitis y otitis serosa. Asma, enfermedad
pulmonar obstructiva crónica (EPOC), bronquitis crónica, bronquiectasia.
- Patología renal y urinaria. Infecciones
urinarias recidivantes. Litiasis urinaria. Reducción de la incidencia de cólicos
renales.
- Patología digestiva. Dispepsia.
Gastritis. Úlcera gastroduodenal. Estreñimiento. Hemorroides. Colecistopatia no
litiásica. Síndrome poscolecistomia.
- Patología metabólica y endocrina.
Sobrepeso y obesidad. Dislipemias. Diabetes. Hiperuricemia. Hipertiroidismo,
hipotiroidismo.
- Patología cardiovascular. Rehabilitación
posinfarto de miocardio y posaccidente vascular cerebral, angina de pecho
estable. Insuficiencia cardíaca estable. Arteriopatía periférica de grado I y
II, pies fríos. Insuficiencia venosa crónica en cualquier fase, vasculopatía
linfática. Fenómenos de Raynaud. Hipertensión arterial sin elevación aguda de
las cifras. La balneoterapia con aguas sulfuradas consigue una disminución de
la tensión arterial del 6 al 13%.
- Patología neurológica. Secuelas de
parálisis, polineuropatías después de fase aguda. Cefalea tensional. Distrofia
simpático, neuropatías por atrapamiento, neuralgias.
- Prevención de infecciones. Anemia
ferropénica, pérdida de peso, anorexia. Síndrome climatérico. A nivel
bioquímico: las aguas bicarbonatadas-sulfatadas y las sulfuradas tienen un
efecto antioxidante efectivo o reductor de los radicales libres (medido por
metabolitos urinarios del estrés oxidativo).
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